Autor
Daniel Añua-Tejedor
Departamento de Filología Hispánica, Románica y Teoría de la Literatura
Universidad del País Vasco
Director
Eukene Lacarra Lanz
Departamento de Filología Hispánica, Románica y Teoría de la Literatura
Universidad del País Vasco
Año: 2015
Contacto: danua001@hotmail.com
El momento de morir, es una experiencia general a todos los seres humanos e independiente del hecho de que se sea aborigen de Australia, hindú, musulmán, creyente o ateo, así como independiente de la edad, del género y del nivel socio-económico, ya que es un acontecimiento puramente humano tan natural como el nacimiento (Kübler-Ross 1996: 22). Hoy en día, hemos convertido el morir en una vivencia solitaria, mecánica, impersonal y deshumanizada, ya que, a menudo, el moribundo es arrebatado de su ambiente familiar para ser llevados a una sala de urgencias. Por tanto, hemos aumentado el sufrimiento emocional, aunque hayamos logrado disminuir el sufrimiento físico, ya que las necesidades del moribundo no han cambiado a lo largo de los siglos, sólo nuestra capacidad para satisfacerlas (Kübler-Ross 1993: 21 y 24).
Siguiendo el devenir de textos de la literatura hispánica medieval se puede observar un proceso de deshumanización del morir desde la Alta Edad Media hasta el final de la Baja Edad Media. Un proceso en el que las necesidades del moribundo van dejándose de satisfacer, ya que se produce una notable evolución desde una vivencia de la muerte pública y organizada por el moribundo hacia una vivencia más privada y organizada por la Iglesia en el umbral del Renacimiento, con la consiguiente pérdida de control por parte del protagonista. Control que le garantizaría una buena muerte, una muerte humanizada. Además, la irrupción en el mundo de los vivos del purgatorio y de la confesión auricular de carácter secreto garantizan la intervención directa y exclusiva de los clérigos junto al lecho de muerte, haciendo que ese momento esté cada vez menos organizado por el moribundo y más organizado por los clérigos en detrimento también de la presencia de los allegados. Asimismo, es necesario destacar cómo la Iglesia y la sociedad van abandonando la paz de un juicio universal al final de los tiempos en la Alta Edad Media para soportar un juicio individual tras la muerte o incluso con anterioridad al óbito en el umbral del Renacimiento.
Enlace de acceso al repositorio: https://addi.ehu.es/handle/10810/16563.
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