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Ian R. Macpherson

Ian Macpherson nació el 4 de enero de 1934 en Aberdeen, Escocia, y falleció el 23 de noviembre de 2011.

Se doctoró en la Universidad de Manchester en 1960 con una tesis sobre «González de Clavijo's Embassy to Tamerlane». Ejerció la docencia en las universidades de Manchester (1959-60), Aberystwyth (1960-64) y Durham 1964-1993, los últimos catorce años como catedrático. Después de jubilarse, fue «honorary research fellow» en Queen Mary, Universidad de Londres. Fue «visiting professor» en la Universidad de Wisconsin (1970-71), «honorary fellow» de la Hispanic Society of America (2001) y comendador de la Orden de Isabel la Católica (1986).

Ocupó la presidencia de la Association of Hispanists of Great Britain and Ireland durante el bienio 1986-88; gracias a sus gestiones, la Association celebró su primer congreso en tierras hispanas en Huelva en 1992. También sirvió a la comunidad científica como secretario-tesorero durante cuatro años (1966-70) y como tesorero durante seis años.

Miembro de la AHLM desde sus primeros años, asistió asiduamente a sus congresos, y en 1995 fue elegido socio de honor de la Asociación.

Su vida de investigador tuvo tres etapas bien definidas, aunque no estancas: la historia de la lengua (1967-75), la obra de don Juan Manuel (1970-80) y la poesía de cancionero (publicaciones de 1979-2005).

En el campo de la historia de la lengua, su primera publicación, «Associative Interference in Object-Pronoun Combinations in Navarre and Aragon» (1961) y su trabajo más influyente fue Spanish Phonology: Descriptive and Historical (1975), lectura esencial sobre el tema.

No es una exageración decir que su trabajo sobre don Juan Manuel hizo época. (En su reseña de la edición de El conde Lucanor publicada por Fernando Gómez Redondo en Castalia Didáctica, Ian se refiere a «the boom in Juan Manuel studies which has taken place since the early 1970s»). Toda la obra del autor estaba ya editada, aunque dichas ediciones variaban mucho en calidad. En las obras completas editadas por Riquer teníamos un texto fidedigno, pero el formato de esta edición no permitía notas exegéticas, y el segundo tomo nunca llegó a realizarse. Para ciertas obras (el Conde Lucanor, el Libro infinido, el Tratado de la Asunción), José Manuel Blecua había preparado ediciones clásicas que combinaban un texto depurado con un cuerpo de notas explicativas e introducciones clarificadoras. Las demás obras no eran tan afortunadas. Ian comentó sobre la edición del Libro de los estados preparada por José María Castro y Calvo: «The text displays such an unusual quantity of transcriptional and printers' errors as to make it useless to the philologist and at times incomprehensible to the general reader».

Con tres artículos sobre «Don Juan Manuel: The Literary Process», «'Dios y el mundo': The Didacticism of Don Juan Manuel» y «Amor and Don Juan Manuel» (1970-73), Ian echó nueva luz sobre la ideología de don Juan Manuel (de raíz dominica) y su compromiso con la historia del libro, demostrando que don Juan Manuel es el autor medieval español que más interés acusa por la transmisión textual, tema al que alude que más frecuencia aún que al corpus textual mucho más voluminoso de Alfonso X.

Como editor, Ian se acercó dos veces a la obra de don Juan Manuel. En 1974, en colaboración con Robert Brian Tate, edita el Libro de los estados (primera edición, Oxford: Clarendon Press; segunda edición en Clásicos Castalia, 1991). La fructífera colaboración entre Tate, responsable del elemento histórico de la introducción y notas, e Ian, el encargado de la fijación del texto, resultó en una edición modélica. El estudio lingüístico, completísimo, definió la lengua de un texto compuesto hacia 1330 pero conservado en un códice del s. XV, y estableció un modelo que pocos han sabido seguir. (No se incluye en la edición en Castalia). La segunda edición manuelina fue Juan Manuel: A Selection (1980), para la que Ian volvió de nuevo al manuscrito 6376 de la BNE para preparar extractos de la obra de don Juan Manuel.

Como fruto de sus años de investigación, Ian se formó una imagen personal de don Juan Manuel. Para él, don Juan era un hombre práctico («As an adult, Juan Manuel can have had little time to spare from his political and military commitments to spend in libraries», dice en «The Literary Process»); imagen en pleno contraste con la que exponía María Rosa Lida, para quien era un esteta conocedor de la tradición clásica (aunque, claro está, mediada por la cultura de su tiempo).

Si se puede considerar a don Juan Manuel como un clásico medieval, leído tanto en la enseñanza secundaria como en las universidades, no se puede decir lo mismo de los cancioneros, que tenían muy pocos lectores y menos admiradores. Su edición de The Manueline Succession: The Poetry of Don Juan Manuel II and Dom João Manuel (1979) indudablemente nació de sus estudios sobre don Juan Manuel I: la crítica no siempre había distinguido los tres autores y «the present volume grew out of a desire to find out if these problems could be solved». En efecto, en sus investigaciones cancioneriles volvía constantemente a dos temas centrales: la identificación de los poetas (lo que hacía necesario el manejo de complicados datos genealógicos) y una indagación de la manera en que funcionaban los poemas. En estos dos campos, Ian demostraba cómo una metodología minuciosa era capaz de desentrañar los enigmas más intrincados.

Una influencia indudable era la de su amigo Keith Whinnom, quien desde 1967 trabajaba sobre el tema. Ian reunía una rigurosa formación filológica y retórica con un franco gusto por los dobles sentidos (muchas veces sexuales) que se dedicaba a desenterrar. Sus dos antologías de The invenciones y letras of the «Cancionero general» (1997) y Motes y glosas in the «Cancionero general» (2004) hacen patente el método casi forense con el que estudiaba estos textos mínimos. Es un indicio del apego que sentía Ian a la poesía cancioneril que este fue el tema de los estudios que se le ofrecieron en homenaje en 1998: Cancionero studies in Honour of Ian Macpherson.

Hombre eminentemente afable, contaba entre sus intereses el bridge y el tenis, deporte que ejerció con energía hasta una edad avanzada. Leer a Ian era un auténtico placer, porque escribía como un ángel, con concisión y elegancia. Los que le conocíamos en persona, hallábamos en él una generosidad social e intelectual que rara vez se encuentra.

Barry Taylor